LA NADA



   ¿De dónde salió esta oscuridad? ¿Quién la engendró? ¿Qué ente o deidad ideó su existencia? ¿Qué clase de ser tortuoso y perturbado la soltó al mundo? ¿Quién la puso dentro de mí?
   ¿Por qué está aquí, a mi alrededor, envolviéndome en todo momento, mutando sus formas, de una oscuridad profunda a otra que lo es aún más, reduciendo toda idea concebible de luminosidad, de existencia, de vida?
   ¿Quién es su madre? ¿Acaso yo soy el padre? ¿Debería saberlo si lo fuera? ¿No hacerlo me convierte en un ser aún más horrendo que esa misma espeluznante oscuridad a la que no puedo siquiera concebir, dar forma, ubicar o disipar?
   ¿De dónde viene? ¿Ya estaba aquí desde el inicio de los tiempos, o se fue formando con el devenir de siglos, milenios, eones de maldades inimaginables y destrucciones de todo tipo? ¿Esta oscuridad estaba en mí desde el comienzo? ¿Cuándo creció? ¿Quién la alimentó? ¿Por qué lo permití? ¿Quién la hizo real? ¿Cómo se escapa de ella? ¿Se puede?
   ¿Tiene fin este vacío? ¿Tiene comienzo al menos? ¿Cuál de ambas opciones me importa más? ¿Me importa alguna siquiera? ¿Me sentiría mejor de saberlo? ¿Qué significa? ¿Soy yo el encargado de darle un sentido, un propósito, una definición a algo completamente amorfo, pero sin embargo omnipresente e innegable?
   ¿Hubo otros aquí? ¿Alguien más debió soportar una no-existencia como la mía en este páramo de silencio indescifrable, en esta soledad eterna y profunda, en este abismo sin fondo en el que ni siquiera estoy seguro de estar cayendo? ¿Estoy realmente yo mismo en este lugar? ¿Mi mente es la que lo imagina, la que lo diseña, la que me tortura? ¿O acaso es alguien más? ¿O tal vez las mentes no existen, las ideas no se pergeñaron, los conceptos nunca se establecieron, las reglas jamás fueron dictadas, seguidas o establecidas?
   ¿Existen los otros? ¿Los conocí? ¿Lo haré? ¿Volveré a poder disfrutar de ellos? ¿Sé lo que significa disfrutar? ¿Sé algo, más que el conocimiento absoluto de que esta oscuridad es todo lo que hay en este momento? ¿Cuánto dura un momento? ¿Hay tiempo, hay horizonte, hay límites aquí? ¿Puedo hablar de un aquí? ¿Dónde es ese aquí?
   ¿Por qué siento esta oscuridad crecer, si no puedo ver, tocar, escuchar, oler, degustar… sentir? ¿Realmente estoy razonando esto, o ni siquiera tengo esa capacidad, esa habilidad innata, ese instinto reemplazado por raciocinio? ¿Soy mejor que alguien? ¿Soy peor? ¿Da lo mismo?
   ¿Es esto una desesperada búsqueda existencial, o sólo una farsa, una charada? ¿Es una condición, un estadío, una forma, un evento, un sitio, un ser? ¿Alguna vez hubo algo que lo fuera?
   ¿Esas remotas imágenes que vienen a mí, como en un sueño vago, nebuloso y perdido en el tiempo, fue… es… será? ¿Son recuerdos de vidas pasadas, premoniciones de las que vendrán, o la simple alucinación de lo que ni siquiera puedo alucinar? ¿Son todas ellas a la vez, al unísono?
   ¿Si aquí y ahora no puedo configurar un solo objeto, ser o pensamiento es porque nunca fueron reales o incluso imaginados por alguien más? ¿Cómo, entonces, puedo pensar en ellos y dudar de si realmente existen? ¿Me contradigo? ¿Me cuestionó demasiado? ¿Tiene sentido hacerlo? ¿Puedo negarme? ¿Quiero?
   ¿Existe Dios, el Diablo, la naturaleza, la vida, la muerte, el Hombre? ¿Alguno de ellos podría explicarme quién soy, dónde estoy, de qué se trata todo esto? ¿Es acaso una lección, una prueba, un pasaje, un cambio de plano existencial para olvidar lo que soy y volver a ser? ¿Soy?
   ¿Hay un lugar en el cual guardar mis sentimientos? ¿Protegerlos, cuidarlos, atesorarlos, guiarlos a través de este espacio sin forma que parece engullirse todo lo que intenta tenerla? ¿O los perdí a ellos antes de olvidar que existían? ¿Existía ese sitio, y olvidé dónde quedaba?  ¿Puede eso pasar? ¿Puede algo pasar?
   ¿Qué es el amor, el odio, la paz, la guerra, la destrucción, la felicidad, el placer, la agonía? ¿Son esas las palabras adecuadas para expresar lo que realmente significan, lo que generan en mí, en un yo que no puedo establecer si existe o sólo es el mero reflejo de alguien más cuestionándose a sí mismo? ¿Soy el sueño, el soñador, lo soñado? ¿Puedo despertarme, entonces? ¿Sería mejor que esto aquello a lo que despertaría?
   ¿Cuántas vidas hay en una vida? ¿Estuve yo vivo? ¿Lo estoy ahora? ¿Lo estaré muy pronto? ¿Es aquí donde las consciencias, los espíritus, las concepciones de los seres se vuelven una hoja en blanco antes de regresar a la existencia material por la que tan brevemente pasaron, y a la que volverán para tener un transitar quizás aún más efímero que el anterior?
   ¿Si me acercase razonando a la verdad, la recordaría un segundo después? ¿O automáticamente se borraría de mí para dejarme nuevamente hostigándome por siempre con preguntas sin respuesta?
   ¿Acabará sin empezar?
   ¿Será la luz que ven los moribundos el reflejo infinitesimal del paso de la vida a la muerte y viceversa? ¿La microscópica porción de tiempo en el que dejamos de ser tan sólo por un momento, para volver a ser otra vez, y otra vez, y otra vez, repitiendo el ciclo hasta el fin de los tiempos? ¿Y lo que aquí, en esta oscuridad reinante lo es todo, más adelante y más atrás no tendrá ningún tipo de significado?
   ¿Será este el momento antes de ser? ¿La existencia antes de la vida? ¿El limbo en el que naufragan las almas que murieron y aún no vuelven a nacer? ¿El momento exacto antes de la concepción? ¿El instante previo en el que todo tiene sentido, y en el que todo lo pierde? ¿La situación previa a tener nuevamente forma, consistencia, estructura, imagen, sentidos… vida?

   ¿Recordaré esto al nacer?

ALEJANDRO LAMELA.-