Curiosidades: El cazador y la bestia

 

   Indudablemente hay en muchos de mis escritos una clara influencia de Horacio Quiroga. No sólo en el estilo, sino también en la temática. La vista reducida y acotada de los humanos sobre la vida animal, contrastada con la visión de ellos de nuestra existencia acelerada, traumática y asfixiante. Siempre me atrajo poder cambiar el ángulo de abordaje, y pensé que no hay mejor parábola para ello que la del “cazador cazado”. Retumbó en mi cabeza muchos años, y finalmente tomó forma en este cuento. Quiroga sobrevuela en él; y mi admiración por su obra, pero sobre todo por su estilo, es infinita. He conocido su lugar de residencia en Misiones, he mirado el mismo paisaje que él ha contemplado día tras día, camine por sus casas (incluida la que construyó con sus propias manos), y he tocado sus paredes. Él está en todo eso. Ese sentimiento de profundo respeto hacia una naturaleza tan adorable como salvaje, tan apacible como cruel, y tan nuestra como extraña. Todo está en él, en sus escritos, todo es un caos coordinado, una perfecta imperfección. Y nunca se sabe hacia donde se dirige, hasta que finalmente estamos allí. ¡Con que facilidad el Hombre olvida esto! Traté de rescatar eso, de poner en perspectiva lo que le hacemos a los animales y lo terrible que sería para nosotros encontrarnos en esa posición, cambiar la de ejecutor por la de ejecutado. La cosa cambia y mucho, piénselo. Si lo hiciéramos, realmente valoraríamos lo sagrado que tenemos.
   La idea general de este cuento retoma una idea base, aplicada a otro tipo de relato, de un escrito que realicé a los 11 años de edad, en una vieja maquina de escribir que mi padre rescató en su trabajo, antes de ir a desguase (la máquina, aunque pocos años después mi padre y sus compañeros bien pueden haberse dado por “desguasados” cuando la compañía quebró y los dejó en la calle). La temática de quién es la víctima y quién el victimario. Lo parecido de ambas posiciones y lo fácil que es encontrarse en un lado, para luego ir a parar al otro. ¿Quién es la “bestia”? (que palabra ofensiva para referirse a los animales salvajes... ¿acaso hay algo más salvaje que un humano moderno?). Los cambios de lugares, de perspectivas, abundan en mis cuentos. Siempre trato de pensar desde el lado opuesto, eso lo aprendí de mis épocas de universidad. Y no sólo por la parte académica. Ojalá nunca pierda de vista esa búsqueda de variar las posturas. Porque el paisaje cambia según los ojos que lo miren.

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