Curiosidades: La Luz


Este cuento es uno de los ejemplos más claros de que la inspiración y creatividad llegan de las formas más inesperadas y en los lugares más mundanos. Iba camino a mi casa en mi auto, pensando en llegar y escribir otro cuento (que también ha sido publicado, lo cual me da la pauta de que ese día había que aprovecharlo), y mientras esperaba que pasara el tren por el paso a nivel, comencé a pensar en la vida y la muerte. En el sentirse de este lado, o del otro. En la gente que se suicida. En la gente que busca llegar al cielo antes que disfrutar de la tierra. En lo raro de que algo tan onírico, realmente llevado a los hechos sea una cuestión tan cruda y brusca. Brusca, como el paso de un tren. Así, prepotente, imparable, ruidoso, cruel. Pensé que el contraste era ideal para contar una historia que a la vez fundiera factores tan diversos, realidades opuestas que terminan siendo una sola e indivisible. Y pensé en las vías, como si fueran un túnel. Y en la luz del tren viniendo, como si fuera aquella “visión” tan comentada porque los que han “ido y vuelto” (sea lo que sea que ese termino signifique). Y la religiosidad. Y la realidad. El choque entre ambas. Las similitudes entre ambas. Los remordimientos que desaparecen. Las culpas inútiles. Los pecados que nunca fueron tales. El sentir que en ese momento, lo superfluo se desvanece, y no hay intermediarios. Sólo nosotros y Dios. O la eternidad. O la muerte. O la energía. O la nada misma. Como sea, ahí estamos, solos, pero con la carga de todos aquellos que pasaron por nuestras vidas en nosotros. Todos somos uno. Y así avanzamos por este camino. A la espera de lo desconocido. O de lo que siempre supimos, pero no quisimos reconocer.

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