Curiosidades: Sombra y Polvo


   El caso de este cuento es paradigmático, ya que está plagado de particularidades. Es uno de los cuentos más antiguos que tengo;  fue el primero que he escrito utilizando una computadora que no fuera la mía (en este caso, la de mi trabajo, y lo que es aún más bochornosamente llamativo EN HORAS DE TRABAJO); y además, la versión publicada es más corta que como fuera originalmente escrito este relato. Todo esto junto, más las curiosidades puntuales de cada caso, la hacen una historia muy singular y peculiar.
   Inicialmente surge de un remolino de ideas, donde siempre hay algo que asoma por encima de lo demás. En este caso fue el titulo. El mismo es una línea de la película “Gladiator” (2000) en la que el personaje “Próximo” (el viejo gladiador retirado que lleva al protagonista a luchar en el Coliseo Romano) le dice a modo de reproche, ruda inspiración y amarga nostalgia a la vez, que “al final todos nos convertimos en Sombra y Polvo”, que sólo la gloria que alcanzamos en vida nos depara algún leve halo de trascendencia a través de los tiempos. Esa frase quedó rebotando en mi mente por años y un día, se fue encadenando con otros lineamientos para tomar forma definitiva.
   El tema del relato (específicamente “terror religioso” por llamarlo de alguna manera) está inspirado por tres marcas personales: una prolongada formación educativa católica; una enorme admiración por la atmósfera sacro-prohibida de “El nombre de la rosa”, de Humberto Eco; y un gran interés de mi padre (aunque a mí particularmente no me genera tanto fanatismo) por este tipo de relato que mezcla las cuestiones religiosas con el terror de lo sagrado, lo que está tan cercano a Dios que sólo Él puede comprender y por lo tanto, nos está vedado. Esa idea de que la erudición, la búsqueda constante de respuestas (entre en conflicto o no con la fe), nos lleve directamente a un trágico final, siempre me ha generado gran curiosidad.
   Decidí que nadie estaría más en conflicto que alguien a cuyo cuidado y resguardo estuvieran justamente las herramientas para descifrar y prever lo que depara el futuro (un fraile, teólogo estudioso, un “hombre de Dios”), aquello que tantas veces se nos ha inculcado que llegará inevitablemente: el fin de los tiempos. Y al descubrirlo, tener la impotencia de ser el único que lo sepa, sin nadie con quien compartir ese descubrimiento y a la vez esa gran condena para todo el mundo. Ser el gran portador de una terrible noticia, el “cuervo de la tempestad”. Y que en esa soledad, la única compañía que encontremos sea la de nuestros propios miedos. O lo que es, a mi entender, aún peor: la nada misma. Y a eso se enfrenta en última instancia el protagonista: a sus temores, a su locura, y a la verdad revelada.  Que no por anhelada termina siendo satisfactoria…
   Este relato se escribió en mi lugar de trabajo por la efervescencia en mi interior producida por el hecho de que se estaban empezando a publicar mis primeros relatos, de que estaba obteniendo distinciones, y que eso me motivaba a seguir escribiendo (aunque nunca fueran, son, ni serán, los premios, sino porque ellos son lo que me permite trascender y ser leído por más gente, verdadero fin de todo esto). Fue difícil concentrarse, pero la idea estaba clara y hacia allí fui. La otra complicación fue que al momento de enviarlo al certamen (en el que finalmente el relato fue premiado) era demasiado extenso y debí hacer lo que todo escritor odia: acortarlo, achicarlo… mutilarlo. Terrible acto, deleznable bajeza, y (muy oportunamente) extremo sacrilegio. Aunque fue un excelente ejercicio literario (siempre se aprende algo, es verdad) para que el cuento tuviera el mismo impacto, aún con menos recorrido, sin perder lucidez y sin resentir el relato. Creo que tan mal no salió. Aunque uno como escritor prefiere dejar la última palabra en la mente de quien siempre es el que tiene la verdad absoluta: el lector. Decidan pues Uds. cuál es el sentido del final, y que tan bien funcionó la apuesta de haber acortado este relato. Mi tarea en este caso, como la del fraile, ya ha concluido.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario